La aplicación de la toxina botulínica en las peluquerías, por parte de personas sin formación clínica, es un riesgo al que se expone cualquier persona que quiera borrar "imperfecciones" pero que no tenga los medios para hacerlo con seguridad.

Chiara Pussetti ha coordinado el proyecto "EXCEL - En busca de la excelencia", desarrollado por un grupo multidisciplinar de investigadores del Instituto de Ciencias Sociales (ICS) y de la Facultad de Medicina (FM) de la Universidad de Lisboa.

A lo largo de cinco años, este equipo identificó varias irregularidades, como la venta en Lisboa de cremas blanqueadoras de la piel, con sustancias prohibidas, pero también una facilidad para encontrar personas que se aplican botox, sin la formación para hacerlo.

"En nuestro trabajo encontramos que hay mucho intrusismo médico, el uso de estas tecnologías inyectables por personas que no están formadas para ello o que no son médicos, que no son dermatólogos", dijo.

En una entrevista concedida a la agencia Lusa, la antropóloga aseguró que es el precio "mucho más bajo" de este procedimiento, cuando se realiza de forma ilegal en peluquerías y consultorios dentales, lo que determina la elección para quienes quieren deshacerse de las arrugas.

"Es un problema muy grave", dijo, refiriéndose a que cada vez son más las personas que también piden botox por internet y se lo aplican, siguiendo tutoriales y vídeos online, en una práctica denominada "Do it yourself" (DIY), con evidentes riesgos para la salud.

"Hoy en día vivimos en una sociedad en la que podemos conseguir casi cualquier cosa que queramos en un clic online. Así, podemos comprar toxina botulínica online, sin ningún problema, para aplicarla en casa. Y hay un montón de tutoriales y vídeos en YouTube", explica.

Las posibilidades económicas determinan las opciones en este ámbito: "Una clínica de la Avenida da Liberdade nunca tendrá el precio de una clínica de Amadora, a pesar de que el tratamiento sea el mismo".

"Muchas personas que recurren a estas soluciones 'low cost' -como la silicona industrial, para crear curvas, y cosas que pueden entrar en el sistema sanguíneo y son extremadamente perjudiciales para la salud- viven en situaciones de precariedad y vulnerabilidad económica".

Por tanto, se dirigen a "un público con bajo poder adquisitivo. Cualquier persona de clase media, o media alta, con un mínimo de poder adquisitivo, prefiere ir al médico y la garantía de alguien que, si hay un problema, sabe cómo dar una solución, cómo ayudar".

"La disponibilidad a un precio muy bajo seduce a mucha gente. Por eso digo que la búsqueda de la perfección es extremadamente transversal, pero seduce a muchas personas cuyos ingresos son muy bajos y en las que a veces su aspecto, su belleza, su cuerpo es el último recurso para tener cierta movilidad profesional".