Santa Catalina nació en Florencia en 1522. Su nombre de bautismo era Alejandrina, pero adoptó el de Catalina al entrar en religión.


Desde su más tierna infancia manifestó un gran amor por la oración y, a los seis años, su padre la internó en el convento de Monticelli, en Florencia, donde su tía, Luisa de Ricci, era monja. Tras un breve regreso a casa, a los catorce años ingresó en el convento de monjas dominicas de Prat, en Toscana.

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Muy joven, fue elegida maestra de novicias, luego subpriora y, a los veinticinco años, priora perpetua. La fama de su santidad atrajo a su lado a muchos personajes ilustres, entre los cuales tres se sentaron más tarde en la cátedra de Pedro: Cerveni, Alejandro de Médicis y Aldo Brandini, y después Marcelo II, Clemente VIII y León XI respectivamente. Mantuvo correspondencia con San Felipe Neri.


Tras una larga enfermedad, falleció en 1589.