"Este estudio pone de relieve cómo los encuentros virtuales pueden acercar el potencial curativo de la naturaleza a las personas que no pueden salir al exterior", explica Alex Smalley, coautor de la Universidad de Exeter.


El equipo descubrió que los participantes que experimentaban dolor mientras veían escenas virtuales de la naturaleza manifestaban menos malestar, y los escáneres cerebrales mostraban una reducción de las respuestas sensoriales.