Según el nuevo informe sobre delincuencia financiera "The RiskOps Age", el número de fraudes ha crecido a un ritmo más rápido que el de las transacciones legítimas en línea, lo que refleja un aumento sustancial del riesgo.

Bajo riesgo, alta recompensa

"Llevar un estilo de vida digital aporta un mundo de comodidad, pero también ofrece un entorno de bajo riesgo y alta recompensa para los defraudadores", afirma Jaime Ferreira, vicepresidente de ciencia de datos global de Feedzai.

La empresa comparó los datos de gasto y consumo antes y después de la pandemia del covid-19, entre 2019 y 2021, y concluyó que, mientras las transacciones online crecían un 65%, la tasa de ataques fraudulentos se disparaba un 233%.

Uno de los fenómenos identificados por Feedzai fue el de "esconderse a plena vista", en el que los delincuentes tratan de pasar desapercibidos en entornos donde hay un gran volumen de transacciones de bajo valor cada una, lo que no llama la atención.

En las plataformas digitales de entretenimiento, que han experimentado un salto exponencial por el confinamiento, el aumento de los ataques fraudulentos entre 2019 y 2021 fue del 794%.

"Es el entorno perfecto para que los defraudadores se escondan: en un número masivo de transacciones de bajo valor", explicó Jaime Ferreira. El directivo señaló que cuanto mayor es el número de transacciones, mayor es la oportunidad para que los defraudadores prueben el uso de tarjetas robadas y otros esquemas sin despertar sospechas.

"Los consumidores y los bancos deben prestar atención a estas pequeñas transacciones fraudulentas antes de que se conviertan en grandes cantidades", advirtió.

Las tendencias aceleradas por la situación de la pandemia, incluido el paso de las transacciones en persona a las transacciones en línea, se han unido a la abundancia de dispositivos y cuentas que tiene cada persona, lo que crea grandes cantidades de datos.

Métodos

En cuanto a los métodos, el fraude más utilizado fue la apropiación de cuentas, seguido de la aplicación de esquemas de ingeniería social y las compras fraudulentas (en las que los consumidores pagan por productos o servicios que nunca se les entregan).

Jaime Ferreira mencionó un indicador interesante que surgió del análisis de los datos del Reino Unido, donde el fraude bancario es un 50% más común a través del ordenador, el teléfono o en persona que a través de la aplicación móvil.

"Puede que seamos adictos a nuestros dispositivos móviles, pero los defraudadores no tienen tanto éxito a través de este medio", dijo el funcionario. "El hecho de que los ataques fueran un 50% más comunes cuando los consumidores británicos accedían al banco a través de ordenadores, teléfonos o en persona es un claro indicio de que el dispositivo móvil es más seguro cuando se trata de operaciones bancarias".

Ferreira consideró que los consumidores "deberían ser animados a utilizar aplicaciones móviles seguras en lugar de sus ordenadores".