Mientras países vecinos como España, Italia y Grecia sufren el calor sofocante de las masas de aire norteafricanas, Portugal se beneficia de los vientos más frescos y las corrientes oceánicas que trae el anticiclón de las Azores. Esta protección natural ayuda a mitigar las temperaturas extremas que han asolado otras partes de Europa, Asia y Norteamérica.