Según un informe de CNN Portugal, Guinness concluyó que "ya no existen las pruebas necesarias" que dieran el título al perro portugués, que murió en octubre del año pasado, supuestamente con 31 años y 165 días.

La investigación se inició tras las quejas de algunos veterinarios sobre la edad de Rafeiro Alentejano, que vivió toda su vida en una aldea de Leiria. Según Guinness, la información contenida en la base de datos portuguesa (chip) había sido esencial para determinar la edad, sin embargo, no exigía prueba de la edad de los perros nacidos antes de 2008. En otras palabras, "sin ninguna prueba concluyente", resulta imposible mantener el título.

"Nos enorgullece enormemente garantizar lo mejor posible la exactitud e integridad de todos nuestros títulos. A raíz de las preocupaciones planteadas por veterinarios y otros expertos, tanto en privado como en comentarios públicos, y de las conclusiones de las investigaciones llevadas a cabo por algunos medios de comunicación, consideramos importante iniciar un análisis del historial de Bobi. Naturalmente, exigimos pruebas para todos los títulos Guinness World Records", afirman.

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