Esta merecida distinción se debe a los servicios que Michael prestó a las relaciones angloportuguesas a través de sus incansables esfuerzos por establecer conmemoraciones militares. Michael ya se había hecho un nombre en Portugal gracias a su participación en un proyecto del Banco Mundial en Tras-os-Montes en la década de 1980 y, cuando se jubiló en 1988, él y su esposa Jyll decidieron residir en el Algarve. Michael, que nunca se limitó a sentarse y disfrutar de los placeres de la vida de jubilado, se implicó en numerosos proyectos y actividades. Entre todas ellas, le llamaban especialmente la atención dos acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial que, en su opinión, estaban tristemente infravalorados.

El primero de ellos fue el trágico accidente de un hidroavión Catalina de la RAF en la bahía de Tonel, Sagres. A nivel local siempre se creyó que el piloto había hecho todo lo posible por evitar estrellarse contra la ciudad en lugar de salvar su avión, y los restos de los dos únicos miembros de la tripulación recuperados siguen siendo velados con cariño en el cementerio de Sagres. Michael pensó que este acontecimiento debía ser recordado de forma más permanente y, con su tenacidad habitual, convenció a la Câmera de Vila do Bispo para que encargara un magnífico cuadro al artista S.J. Boulter. Hoy puede verse colgado en un lugar destacado de la Câmera.

El segundo acontecimiento fue la pérdida, en 1943, de un bombardero Liberator de la USAF que se vio obligado a amarizar en el mar frente a Faro. Gracias a los heroicos esfuerzos de dos pescadores y un niño en un pequeño bote, seis de los once tripulantes se salvaron en las circunstancias más dramáticas. Apoyado por un periódico local, Michael pensó que este heroísmo merecía algún reconocimiento. Pero no sabía lo difícil que iba a ser. Diez años de frustrante burocracia y persuasión pusieron a prueba la tenacidad y paciencia de Michael, que, impertérrito, perseveró. Finalmente, en 2023, el alcalde de Faro y un alto almirante de la Marina portuguesa le recompensaron con la inauguración de un espléndido e imaginativo monumento creado y ejecutado por Toin Adams. Puede verse cerca del mar, bajo las murallas de Faro.

Todo esto no pasó desapercibido para la Embajada y la recompensa final de Michael fue el muy merecido BEM.