La hierba de la Pampa, de nombre científico Cortaderia selloana, es originaria de la Pampa, bioma situado en América del Sur, y "hasta hace dos décadas [la planta] estaba confinada principalmente a los jardines", pero se está convirtiendo en una amenaza, mostrando "un apetito voraz" por el territorio, ha afirmado Hélia Marchante, citada en una nota de prensa de ESAC.

"Esta especie ocupa con facilidad los arcenes y alrededores de nuestras carreteras, vías férreas y otras zonas alteradas, encontrando allí una fácil oportunidad para expandirse rápidamente", además de invadir lugares como marismas, dunas o incluso el sotobosque de zonas forestales, destaca la profesora.

Esto se debe a su excelente capacidad reproductiva, que se traduce en millones de diminutas semillas por planta, así como a sus bajos requerimientos de recursos; a su gran flexibilidad en cuanto a las condiciones ecológicas en las que puede crecer; y, en ocasiones, a la falta de competencia de otras especies que (no) ocupan el territorio, debido a la degradación de las comunidades vegetales, explica.

En esta época del año, prosigue, "es muy fácil identificar dónde se encuentran las gramíneas pampeanas, ya que se revelan espléndidas en el paisaje, mostrando sus inflorescencias, penachos o vistosos penachos, de coloración variada que puede ir del plateado al ligeramente rosado".

A pesar de su belleza, el peligro potencial para la piel (de ahí su nombre Cortaderia), las consecuencias económicas (ya que su control, sobre todo en las franjas laterales de las carreteras, requiere "gastar grandes cantidades de recursos financieros") y el hecho de que, cuando crece sin control, la hierba de la pampa forma áreas homogéneas en las que es la única protagonista, desplazando a otras especies y degradando los ecosistemas, son algunos de los efectos negativos.

Además, "los impactos negativos sobre la salud de la población, a través de las alergias que provoca, se ven especialmente agravados por su floración después del verano, en una época en la que suelen florecer menos especies alergénicas, lo que es responsable de un nuevo pico más tardío de alergias".

"Es por tanto urgente que actuemos, como sociedad, para detener esta catástrofe medioambiental y sus negativas consecuencias sociales", insta Hélia Marchante.