Tal vez sea despertarse por la mañana temprano y contemplar un amanecer, encontrar el silencio en la pausa de un día. O caminar por un bosque, con sólo el sonido de tus pasos pisando la tierra, y el silencio en una pausa entre el canto de un pájaro y una sinfonía colectiva. O lo sientes antes de que llegue el sueño, cuando el cuerpo se desprende del día y yace en la quietud.

Los sonidos de cada día ahogan el silencio y lo hacen más difícil de alcanzar. Nos estamos acostumbrando y, para algunos, incluso nos reconfortan los sonidos ambientales de los teléfonos y los electrodomésticos. Aplicaciones como Alexa nos hacen compañía y mantienen el silencio a raya.

El silencio y su necesidad pueden ser objeto de debate. Los que buscan el silencio quizá ya sean conscientes de que es más difícil encontrarlo, mientras que otros quizá no se hayan dado cuenta de la falta de él o de que los sonidos artificiales se cuelan en cada momento de nuestro día. Como no podemos verlo ni tocarlo, puede que no lo echemos necesariamente de menos. Y sin embargo, la Organización Mundial de la Salud afirma que "nuestro mundo es demasiado ruidoso y que esto perjudica nuestra salud". La contaminación acústica se describe como una "plaga moderna" y nuestros entornos internos y externos son cada vez más ruidosos. El informe de la OMS data de 2011, pero si nos remontamos más atrás, a 1905, el bacteriólogo ganador del Premio Nobel, Robert Koch predijo: "Llegará el día en que el hombre tendrá que luchar contra el ruido tan inexorablemente como contra el cólera y la peste." Retrocedamos un poco más y Florence Nightingale expresaba su preocupación por los peligros de la contaminación acústica y la necesidad del silencio para ayudar al proceso de curación.

Según el ecologista acústico y atento oyente Gordon Hempton, "el silencio es una especie en peligro de extinción". Define el verdadero silencio como presencia, no como ausencia de sonido, sino de ruido".

Sonidos naturales

¿Debemos dejar que el silencio desaparezca y que el ruido se apodere de nosotros? Los sonidos naturales pueden calmar una mente cansada: una suave brisa entre las hojas de un árbol, el fluir de un río o el tranquilo zumbido de una abeja calman el sistema nervioso parasimpático. Cuando sintonizamos y escuchamos, el cuerpo se relaja, nos volvemos presentes, es un silencio natural que da al cuerpo la oportunidad de descansar y restablecerse. Según la teoría del restablecimiento de la atención, el silencio es una forma de que el cerebro recupere la función cognitiva. Cuando estamos constantemente rodeados de sonidos (o ruidos) producidos por el hombre, como motores de coches, aviones sobrevolando, sonidos de herramientas taladrando y avisos telefónicos, la respuesta humana con el tiempo es el estrés. Esto puede afectar a la concentración y al sueño e incluso elevar la tensión arterial. Sin embargo, si podemos acallar el ruido y reducir los niveles de entrada sensorial, el cerebro puede restaurar sus recursos cognitivos finitos.

En silencio, también aprovechamos la red de modos por defecto del cerebro, que se activa cuando nos dedicamos a la "cognición autogenerada", es decir, cuando soñamos despiertos, meditamos, fantaseamos sobre el futuro o simplemente dejamos que la mente divague. Esta red nos ayuda no sólo a relajarnos, sino también a comprender mejor nuestras experiencias, ser más creativos y reflexionar sobre nuestros estados mentales y emocionales.

Sedafobia

Si el mundo es cada vez más ruidoso y las exigencias de la vida moderna sobrecargan aún más nuestro cerebro, ¿por qué resistirse a estar en silencio? Tal vez lo equiparamos negativamente con la soledad, más que por sus beneficios. La sedafobia es el miedo al silencio, una sensación de incomodidad en lugares o situaciones silenciosos. Esto puede deberse a que en la infancia crecimos con los sonidos constantes de la televisión, la música en los auriculares e Internet, que llenan el espacio y distraen los pensamientos. Incluso con el aumento de las discapacidades auditivas en los jóvenes, el ruido parece ser preferible, reconfortante. El ruido se está convirtiendo en la norma y el silencio en algo desconocido e irónicamente inquietante.

Si el silencio está en vías de extinción, entonces uno de los últimos lugares del mundo que quedan verdaderamente silenciosos es la selva tropical Hoh del Parque Nacional Olímpico, en el estado de Washington. One Square Inch of Silence es un proyecto de investigación y preservación, una sección de bosque elegida por su diversidad, ecosistema y paisaje puro e incontaminado, no perturbado por el turismo ni por el tráfico aéreo o rodado. Proyectos como éste exploran formas de conservar los hábitats naturales para las generaciones futuras y animan a la gente a dedicarse a la naturaleza y a la paz que conlleva. Aquí aprendemos cómo afecta el ruido al mundo natural, cómo se estresa la fauna y cómo se ven afectados sus hábitos de reproducción. El proyecto fomenta la preservación del silencio en los entornos naturales, no sólo por el bien del medio ambiente, sino también por el de los seres humanos.

Hempton cree que "el silencio es la presencia del tiempo sin perturbaciones. Se siente en el pecho. Nutre nuestra naturaleza. Podemos ayudar a las personas a convertirse en verdaderos oyentes de su entorno, y ayudarles a proteger uno de los recursos más importantes y amenazados del planeta".

El silencio puede ser bueno para nuestra salud, pero en un mundo cada vez más ruidoso quizá debamos plantearnos un futuro sin él. Ser conscientes del medio ambiente y de cómo conectamos con él nos da más espacio para encontrar la paz interior y exterior. Así que veamos el silencio como algo bueno y protejámoslo. Déjate envolver por el silencio y disfruta de todos sus placeres.


Author

Suzanne Radford is a certified forest therapy practitioner and forest bathing guide based in the Serra De Monchique, helping individuals, couples and groups connect to nature through guided walks, workshops for wellbeing, and nature coaching.

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Suzanne Radford