"No es el BE el que establece el vínculo entre la edad escolar y la prohibición de trabajar. Es la Constitución de la República Portuguesa", subrayó el diputado del Bloco José Soeiro durante el debate en el Parlamento.
La propuesta del BE modifica el Código del Trabajo, fijando la edad mínima para trabajar en 18 años, similar a la del fin de la escolaridad obligatoria, pero mantiene todas las excepciones actualmente previstas, que permiten, por ejemplo, la firma de un contrato de trabajo a tiempo parcial durante las vacaciones, o la participación en actividades culturales, artísticas, publicitarias o deportivas.
Se trata simplemente de "adaptar la legislación laboral general a la evolución que se ha producido en la escolarización obligatoria", explicó José Soeiro, citando el artículo de la Constitución portuguesa que prohíbe el trabajo de los menores en edad escolar.
A pesar de las buenas intenciones, reconocidas por las demás bancadas parlamentarias, la mayoría de los políticos puso en duda los beneficios de la enmienda.
"Nuevos cambios hechos 'ad hoc' crean inestabilidad en el mercado y envían mensajes contradictorios", advirtió el socialdemócrata Paulo Edson Cunha, que defendió la formulación actual de la ley y alertó, por otro lado, sobre el aumento de jóvenes que no estudian ni trabajan.
También en la derecha, João Almeida, del CDS-PP, consideró que la propuesta del BE es "totalmente contraria a la lógica de emancipación de los jóvenes" y consideró que sería un retroceso para aquellos que buscan tener experiencia profesional durante su trayectoria escolar.
Una "barrera" a la autonomía
Fue también el argumento utilizado por Hugo Oliveira, del PS, que cuestionó que la aplicación de la ley, como propone el Bloco, traiga mejoras al sistema o problemas a los jóvenes que pretende proteger, y puso el ejemplo de familias que se enfrentan a la pérdida de ingresos y necesitan este complemento, pero también de otras que quieren tener alguna experiencia profesional en el área en la que pretenden continuar sus estudios.
"Proteger a los jóvenes no puede significar infantilizarlos o limitar innecesariamente sus oportunidades de desarrollo. Tenemos que asegurarnos de que no estamos creando una barrera más a la autonomía y libertad de los jóvenes", destacó la liberal Patrícia Gilvaz.
En la izquierda, el Bloque contó con el apoyo de Livre, que, por voz de la diputada Filipa Pinto, afirmó que la evolución de la escolaridad obligatoria, que en 2009 se fijó en el 12º año o hasta los 18 años, "es una de las grandes conquistas de la democracia".
Alfredo Maia, del PCP, defendió, por un lado, que el Estado debe garantizar que todos los niños y jóvenes tengan condiciones de asistir a la escuela obligatoria y, por otro, que la regulación de la oferta de trabajo tenga siempre como prioridad la garantía de condiciones y salarios dignos.
Además de la propuesta del BE, también se debatió un proyecto de resolución del PAN para elaborar un estudio sobre el trabajo infantil en Portugal y las medidas para combatirlo, prevenirlo y apoyar a las familias.
"La erradicación del trabajo infantil empieza por este conocimiento", argumentó Inês Sousa Real, recordando que el último estudio nacional sobre el tema se realizó hace más de 20 años.