A pesar de que los preavisos se extienden hasta el domingo, hoy es el último día laborable de un paro que reunió a trabajadores docentes y no docentes y que, sobre todo en las primeras semanas, provocó el cierre de varias escuelas.
Una "lección de ciudadanía": así describió la protesta el coordinador de STOP, André Pestana, que defendió, desde el principio, que no era la huelga lo que perjudicaba el aprendizaje de los alumnos, sino el agravamiento de la escasez de profesores.
Entre las principales reivindicaciones, reclamaron el cómputo de todo el tiempo de servicio (seis años, seis meses y 23 días), el fin de las vacantes para el acceso a los escalafones 5º y 7º y mejores condiciones laborales y salariales, también para los trabajadores no docentes, que posteriormente fueron incluidos en la huelga.
Ante la inestabilidad creada en las escuelas y la incertidumbre de la huelga, sin final a la vista, el Ministerio de Educación acabó pidiendo que se promulgaran unos servicios mínimos, que fueron fijados por el tribunal de arbitraje.
Los servicios mínimos entraron en vigor a partir del segundo mes de huelga y fueron ampliados sucesivamente por el tribunal, que posteriormente incluyó la actividad docente (al menos tres horas de clase o lectivas al día).
El fin de la huelga indefinida no significa, sin embargo, el fin de la lucha por Stop, que ya ha convocado una nueva huelga nacional para los días 24, 26, 27 y 28 de abril. El 25 de abril, el sindicato vuelve a las calles con una manifestación en Lisboa, la quinta desde diciembre.
"Se decidió, con los comités de huelga, suspender [la huelga indefinida] el 16 de abril, pero también se dejaron abiertas, porque las negociaciones continúan, nuevas formas de lucha que eran necesarias", explica a Lusa Carla Piedade, de la dirección de Stop.