Se espera que la menor producción en Grecia, Marruecos y Turquía, como parte del ciclo natural de crecimiento del aceite de oliva, compense la mejora de la situación en España e Italia, donde los árboles han sufrido un calor extremo y sequía en los últimos años, mientras la crisis climática causaba estragos en las cosechas.

Según los últimos datos del Consejo Oleícola Internacional, se espera que este año se produzcan en todo el mundo algo menos de 2,3 millones de toneladas, cifra inferior a los 2,5 millones producidos en la difícil cosecha del año pasado y muy por debajo de los 3,4 millones de 2022.

Por segundo año consecutivo, se prevé que la demanda supere a la oferta, lo que presionará los precios para los compradores.