Según el estudio, fruto de la colaboración entre Nova SBE, la Fundación "la Caixa" y BPI, la "población pobre tiene carencias de vivienda muy marcadas".

"En 2022, el 20,5% de las familias pobres vivían hacinadas (frente al 7,2% de la población no pobre). La proporción de población con gastos de vivienda excesivos también es mayor entre las familias en riesgo de pobreza", señalan los autores del informe, Susana Peralta, Bruno P. Carvalho y Miguel Fonseca, miembros del Nova SBE Economics for Policy Knowledge Center.

Además, el porcentaje de pobres que viven hacinados y que consideran los costes de la vivienda una carga excesiva aumentó en 1,9 puntos porcentuales. Estos aumentos "no afectan a las personas que no son pobres", según los datos del estudio.

El acceso a una vivienda adecuada es también un componente fundamental de las condiciones de vida de la población. La población pobre sufre una mayor privación de vivienda en todas las dimensiones: en 2022, el 35,7% de la población pobre y el 14% de la no pobre en Portugal declararon no poder mantener sus hogares con calefacción adecuada.

Casi una cuarta parte de los ancianos vive en casas con techos, paredes, ventanas y suelos permeables al agua, y el 1% vive en viviendas sin instalaciones interiores de baño/ducha, por ejemplo.