En declaraciones a Lusa, al ser preguntado por el impacto del conflicto en Ucrania en la recuperación de la economía portuguesa, Jason Graffam, vicepresidente de Global Sovereign Ratings en DBRS Morningstar, señala "los vínculos directos e indirectos que Portugal tiene con Rusia".
"Cuando pensamos en las conexiones directas, son relativamente limitadas, lo que ayuda a contener el impacto para Portugal. Por ejemplo, Portugal exporta 173 millones de euros en bienes a Rusia, lo que representa 63.000 millones del total de las exportaciones, alrededor del 0,3% del total. Y los bienes importados son igualmente insignificantes", dijo el responsable de DBRS.
Según el analista, el impacto directo también es pequeño en el caso de las exportaciones de servicios, ya que el turismo está dominado por los turistas europeos y británicos: "Por lo tanto, hay pocos vínculos directos con Rusia", subraya, antes de subrayar que "son los efectos indirectos de la guerra los que serán más costosos para Portugal", concretamente a través del coste de la energía.
Jason Graffam recuerda que "Portugal no tiene necesariamente la misma dependencia de las importaciones de gas de Rusia que algunos de sus socios de Europa del Este, por lo que el gas natural no parece ser un gran problema".
Así, "la vulnerabilidad que parece existir para Portugal es como importador de petróleo", por lo que "los costes energéticos y de transporte aumentaron inevitablemente con el precio del crudo". El otro impacto indirecto, señala, será "si la invasión de Rusia es un poco más duradera", en la que habrá "una incertidumbre general de guerra que pesará sobre las perspectivas de crecimiento".
"Creo que es demasiado pronto para evaluar el impacto. La naturaleza y la duración desconocidas de la guerra complican ciertamente cualquier predicción eficaz en este momento". Aun así, subraya que cabe esperar algunos resultados adversos "si la agresión de Rusia persiste", identificando la inflación, ligada a un menor poder adquisitivo de las familias, unos índices de confianza más bajos y unas inversiones que podrían posponerse, con un impacto en la competitividad de las empresas.