Repartida en tres espacios de la Fundação de Serralves ("hall" contemporáneo y capilla), la exposición "reúne algunas de las obras más importantes desarrolladas por el artista en los últimos años, como "Frecuencias", "así como nuevas obras creadas especialmente para esta ocasión", como una nueva pintura realizada para su serie "Manifestación", expuesta en la capilla.
Óscar Murillo, co-ganador del Premio Turner 2019, explicó a los periodistas que "Frecuencias" hace referencia a su biografía (colombiano nacido en el ecuador imaginario, residente en Londres desde los 10 años), que alentó la idea de libertad.
"Me dio la idea de que soy de allí, de que puedo moverme libremente. Migrar y la carga de migrar de un lado a otro me traumatizó positivamente", ya que la virtud del movimiento de una parte a otra del mundo, en la que esta colaboración comenzó a cobrar impulso y energía", fue "el aspecto más importante" de su práctica.
En la sala del museo se puede visitar, desarrollada desde 2013, "Frecuencias", que consiste en la presentación de lienzos pintados que fueron fijados a los pupitres de estudiantes de entre 10 y 16 años en escuelas de todo el mundo, dejándoles libertad para rayar, dibujar y escribir durante las clases, a lo largo de un periodo de seis meses.
En el caso de la exposición de Serralves, el proyecto implicó a escuelas de la región Norte, con los cavasses realizados por estudiantes en Portugal, accesibles al público, rodeados de otros trabajados a lo largo de los años por Murillo, forman la serie "Frecuencias perturbadas", con el azul como tendencia, representando el agua, elemento llamativo en la obra del artista.
"Frecuencias" es "una especie de biblioteca, en la que cada persona puede escribir un número diverso y casi infinito de ensayos" dependiendo de su procedencia y es también "un ensayo abierto, en el que el espectador tiene la posibilidad de aportar su propio juicio y lectura".
En la "sala" también se presentan varios uniformes que incluyen elementos extraídos digitalmente de dibujos realizados en los pupitres de los estudiantes, en los que Murillo promueve "la fusión y conjunción de cuerpos de trabajo otoñales, que abarcan muchos años", partiendo del ritual colombiano de quema de efigies al final de cada curso por "el deseo de fusionar el espíritu de la diversidad, los beneficios culturales, las representaciones, a través de las ideas del trabajo y la clase obrera, de una manera universal".