Deben adoptarse estrategias que promuevan estilos de vida saludables, con especial atención a la dieta y el ejercicio físico. Los beneficios del ejercicio físico en relación con la salud física y mental están cada vez mejor documentados y se consideran un factor determinante tanto para una vida sana como para un envejecimiento saludable. Actualmente existen pruebas de que el ejercicio físico se considera un primer enfoque en el tratamiento de las enfermedades crónicas no transmisibles y se considera tan importante en el tratamiento de las enfermedades crónicas como la medicación.


Aunque la actividad física regular como tal es muy importante para la salud y el bienestar de cualquier individuo, cuando se diagnostica una enfermedad crónica es esencial adoptar una actividad estructurada, sistemática y prolongada para que se considere ejercicio físico. Las limitaciones físicas en las actividades diarias de un paciente y la discapacidad causada por una enfermedad crónica son bien conocidas. Las organizaciones y asociaciones internacionales han establecido directrices para el tratamiento de estas enfermedades; la más importante es el ejercicio físico y sus beneficios son:

  • Aumenta la masa muscular, la fuerza y la resistencia;
  • Aumenta la densidad capilar muscular;
  • Aumenta la capacidad oxidativa, mejorando la circulación del oxígeno en la sangre;
  • Disminuye el consumo de oxígeno, la frecuencia cardiaca y la presión arterial;
  • Disminuye el nivel de glucosa en la sangre y aumenta la sensibilidad celular a la insulina;
  • Reduce la ansiedad y la depresión.


Para que el ejercicio físico modifique el curso natural de una enfermedad crónica, los ejercicios deben ser controlados y supervisados por un profesional de la salud, de forma que se realicen ejercicios específicos en función de las distintas áreas potencialmente afectadas por la enfermedad.


Algunas cuestiones que deben tenerse en cuenta son

  • ¿Qué tipo de ejercicio físico es más adecuado a mi estado de salud particular, a mis carencias o a mi forma física?
  • ¿Qué intensidad deben tener los ejercicios para satisfacer mis necesidades?
  • ¿Con qué frecuencia debo practicarlos?
  • ¿Cuánto tiempo debe durar cada sesión de ejercicio?
  • ¿Cómo debe progresar mi plan de ejercicios?
  • ¿Debo seguir todas las variables mencionadas anteriormente?


Estas son las preguntas básicas que se planteará y debatirá con su fisioterapeuta, que también tendrá en cuenta dos condiciones esenciales: las especificaciones individuales y la condición individual.


Los programas deben contener dos componentes principales:

  • Un componente educativo: se trata de un componente esencial en cualquier programa de ejercicio terapéutico. El objetivo principal es mejorar la autonomía y la eficacia en la gestión de la enfermedad, al tiempo que se adquieren las habilidades necesarias para cambiar el comportamiento y los hábitos cotidianos.

  • Un componente de ejercicio físico: incluye el entrenamiento aeróbico de los miembros superiores e inferiores. Fortalecimiento de los músculos periféricos y entrenamiento de la flexibilidad. Pueden añadirse otros ejercicios y programas de entrenamiento, pero deben respetarse los requisitos individuales. La duración mínima de cada programa consiste en 20 sesiones de ejercicios, tres veces por semana, de 60 a 90 minutos cada una. Cada sesión se supervisa de acuerdo con una evaluación estandarizada de los resultados clínicos y al final de cada programa se proporciona al paciente un plan de entrenamiento para llevar a casa que también será supervisado por el fisioterapeuta.