Según DR, la radiotelevisión pública danesa, el objetivo de la operación es infiltrarse en la sociedad groenlandesa y promover la secesión de la isla de Dinamarca a Estados Unidos. Se trata de una operación idéntica a la llevada a cabo por Rusia en 2014, cuando Vladimir Putin subvertía la región rusohablante de Donbás, en el este de Ucrania, y financiaba un movimiento separatista.

No hay nada especialmente original en conseguir que algún disidente o minoría vendida pida a una gran potencia que intervenga para dar cobertura política a lo que en realidad es una invasión. La antigua Unión Soviética lo hizo con Checoslovaquia en 1968 y con Afganistán en 1979.

En su momento de mayor arrogancia, cuando Estados Unidos era la única superpotencia, no se preocupó de esas sutilezas. Simplemente enviaba las tropas: República Dominicana 1965, Granada 1983, Libia 1986, Panamá 1989, Afganistán 2001, Irak 2003. Ahora necesita un poco más de cobertura, especialmente cuando invade el territorio de un aliado de larga data, así que encontremos o compremos algunos groenlandeses dóciles.

Para ser justos, el intento de reclutar a unos pocos groenlandeses "pro-estadounidenses" para encabezar la operación sugiere que el régimen de Trump prefiere una conquista no violenta si es posible. Por otro lado, también indica que al menos algunos de los planificadores en Washington han recibido instrucciones para empezar a preparar el terreno para una toma de posesión estadounidense. (Los canadienses toman nota.)

¿Lucharían los daneses si se produjera tal invasión? Casi seguro que no. El 90% de la población son groenlandeses (es decir, inuit/esquimales) que pueden votar a favor de la independencia cuando quieran. Sólo están esperando porque siguen necesitando las enormes subvenciones que Dinamarca les proporciona actualmente.

¿Lucharían los propios groenlandeses? Es posible que algunos lo hagan, sólo para demostrar que realmente quieren la independencia, no la ciudadanía estadounidense. Pero probablemente no sería una gran lucha ni muy larga.

¿Sobreviviría la OTAN? En realidad no: la regla básica de la formación de alianzas es que los miembros se abstengan de invadir a otros miembros. Sin embargo, la mayoría de los otros 31 miembros de la OTAN llevan ochenta años dependiendo de las garantías militares norteamericanas, sobre todo en lo relativo a las armas nucleares. Si crean una alianza similar sin Estados Unidos, tardarán al menos cinco años en colmar sus lagunas.

No es una brecha imposible de cubrir, porque la mitad del ejército ruso está actualmente inmovilizado en Ucrania y llevaría un tiempo reconstruirlo después sea cual sea el resultado en ese asediado país. La mejor apuesta de Europa es mantener a Ucrania en la guerra el mayor tiempo posible (Estados Unidos no ayudará) mientras moderniza y amplía frenéticamente su propia capacidad militar.

Es muy desagradable tener que hacer estos cálculos cuando la democracia está en retirada y la verdadera emergencia es el calentamiento global. Esas deberían ser nuestras prioridades, pero estamos donde estamos y Donald Trump es quien es.

Rusia ya es un Estado fascista y Estados Unidos puede acabar siendo su aliado más cercano si Trump sobrevive. Entonces, ¿quién queda para defender el Estado de derecho y, sobre todo, para proteger la norma internacional fundamental de que nadie puede cambiar las fronteras por la fuerza?

Esa fue la ley, escrita en 1945 por los supervivientes de la mayor guerra de la historia, que nos ha salvado de guerras mucho peores durante los últimos ochenta años. De hecho, no ha habido guerras ni siquiera una décima parte tan malas como la de 1939-45 en todo este tiempo. El miedo a la guerra nuclear nos obligó a ser razonables, pero "ningún cambio territorial por la fuerza" fue la forma en que convertimos eso en una política.

Ahora Rusia se ha salido de esa ley, y Estados Unidos va por el mismo camino. Entonces, ¿quién queda?

Bueno, en realidad, casi todos los demás. La obsesión de China con Taiwán es lamentable, pero tiene su origen en una guerra civil entre gobiernos chinos rivales. En todo lo demás, es un devoto defensor del statu quo territorial.

Los miembros de la Unión Europea se esforzarán por respetar las normas de no modificar las fronteras por la fuerza, al igual que casi todas las democracias de Asia, Oceanía y América. La devoción de África por la norma de que las fronteras no deben cambiarse por la fuerza es inquebrantable.

Juntos, Rusia y Estados Unidos tienen cerca de 500 millones de habitantes, una decimosexta parte de la población mundial. Sí, tienen la mayoría de las armas nucleares, pero son realmente inutilizables.

Casi todos los demás viven en países cuyos gobiernos siguen respetando la ley clave sobre fronteras, independientemente de sus acuerdos políticos internos. No estamos solos. Somos la gran mayoría del mundo.