La estenosis de la válvula aórtica se produce cuando la válvula aórtica se vuelve progresivamente más rígida y, por tanto, su apertura completa se ve comprometida. Esto creará entonces un obstáculo para la sangre al salir del corazón hacia el resto del cuerpo. Sin embargo, si esta enfermedad se presenta en personas jóvenes, la causa más común es un defecto congénito que afecta a la válvula, como una válvula con sólo dos cúspides en lugar de las tres habituales, o con una forma anormal de embudo.
Las personas que desarrollan esta enfermedad, causada por un defecto congénito, pueden no mostrar síntomas hasta la edad adulta. Aun así, los principales síntomas asociados son opresión torácica (angina de pecho) durante el esfuerzo, fatiga, dificultad para respirar y desmayos. Una vez que aparecen estos síntomas y, si no se sustituye la válvula aórtica, los pacientes con estenosis aórtica grave tienen una tasa de supervivencia de sólo el 50% a los dos años, y del 20% a los cinco años.
La estenosis aórtica es una enfermedad grave cuando no se detecta a tiempo. Aumenta el riesgo de infarto, ictus o muerte. Por eso es importante identificar y controlar los factores de riesgo. El diagnóstico se realiza mediante una exploración física -auscultación- y un ecocardiograma, siendo este último la mejor opción para evaluar la gravedad de la enfermedad. En personas asintomáticas también se recomienda realizar una prueba de esfuerzo cardiaco. La detección precoz de la estenosis aórtica reduce los ingresos hospitalarios y supone un plus de calidad de vida.
En cuanto al tratamiento más adecuado, la decisión la toma un equipo multidisciplinar formado por médicos de distintas especialidades, ya que implica la necesidad de una nueva válvula cardiaca. El procedimiento consiste en la introducción de un catéter a través de una arteria (generalmente en la ingle), sin necesidad de detener los latidos del corazón. Esta técnica mínimamente invasiva es, para muchos especialistas, el mayor avance de la cardiología en los últimos 20 años.
La Unidad de Intervencionismo Cardiovascular del HPA trabaja desde 2001 y ha estado en constante evolución, siempre pionera en técnicas diagnósticas, pero sobre todo en intervenciones quirúrgicas mínimamente invasivas.
La última innovación se produjo en 2017 con el reemplazo valvular aórtico percutáneo transapical o transcatéter. Esta técnica ha revolucionado el abordaje de la estenosis aórtica, permitiendo la sustitución no quirúrgica de la válvula cardiaca aórtica en pacientes con casos graves de esta patología, como los inoperables o los que tienen un riesgo muy alto de cirugía a corazón abierto.
Cuando no existe una vía de acceso al corazón para sustituir la válvula con un procedimiento mínimamente invasivo, la solución consiste en realizar una pequeña incisión de aproximadamente 4 cm por debajo del pecho, para llegar al corazón directamente a través del ápex. Esta intervención requiere una gran coordinación entre el equipo de cirujanos cardiacos y el equipo de cardiólogos intervencionistas, los especialistas que componen el Heart Team de la Unidad de Intervencionismo Cardiovascular del HPA.
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