Hoy me he sentado delante del ordenador para escribir. Antes había ocurrido algo y mi marido me ha dicho: "Sería bueno que escribieras sobre ello", pero ¿crees que podremos recordar qué ha sido? Nos hemos sentado y hemos intentado recordar nuestras conversaciones de todo el día, pero el escurridizo recuerdo se nos ha escapado a los dos.


La memoria es algo curioso

Me acuerdo de escribir la lista de la compra y se me olvida llevarla conmigo. Pensé que podía solucionarlo y empecé a poner la lista en una aplicación de mi teléfono, lo cual es estupendo hasta que me olvido de meter el teléfono en el bolso. Yo las llamo fugas de memoria: están ahí un minuto y desaparecen al siguiente, ahogadas en los restos y desechos de mi cerebro hasta que salen a la superficie, normalmente demasiado tarde.

A menudo hablo de alguien a quien conozco muy bien y, al recordar la conversación con otra persona, descubro que su nombre se ha convertido en una fuga de memoria, que se ha metido en mi cerebro, donde se almacenan todo tipo de cosas inútiles, reminiscencias de calcetines desparejados o citas extrañas que mi madre solía decir y que nadie más ha oído jamás: "Podrías ir hasta Londres en eso y no te cortarías", en referencia a un cuchillo romo. Sí, me acuerdo perfectamente.


Cuándo preocuparse por los olvidos

Después de los 50, es bastante común tener problemas para recordar rápidamente los nombres de las personas, los lugares y las cosas, ya que, al igual que otras partes del cuerpo, el cerebro también empieza a desgastarse.

Existe una prueba para comprobar su estado de salud: se le dan a una persona cinco palabras para que las recuerde y luego se le pide que las recuerde tras una breve pausa. Los médicos suelen utilizarla para detectar problemas de memoria, como demencia, Alzheimer o deterioro cognitivo leve. (Me suena a mí intentando recordar la lista de la compra).

A todos nos ha pasado. Sabes lo que quieres decir, pero no recuerdas la palabra. Olvidas el nombre de tu película favorita. Estás a punto de salir para una cita, pero no encuentras las llaves del coche ni el teléfono.


Distracción u olvido

Los olvidos o lapsus de memoria frecuentes suelen hacer que la gente se preocupe por la demencia u otras afecciones progresivas. Pero no siempre es así. Por ejemplo, fui a por una lata de judías, me distraje al recoger un paño de cocina que se había caído y decidí que había que lavarlo, lo llevé al cuarto de baño para ponerlo en el cesto de la ropa blanca, y me distraje de nuevo al recordar que había que rellenar el dispensador de jabón, cosa que olvidé hacer cuando me di cuenta antes....... y así sucesivamente.

Créditos: envato elements;

Tengo antecedentes por perder cosas

Obviamente, tengo antecedentes de perder cosas. Recuerdo que hace años ayudaba en una residencia de ancianos y me ofrecí voluntaria para llevar a cuatro ancianas una mañana a hacer unas compras. Pensé que estaría bien dejarlas en la ciudad durante una hora más o menos, y quedé con ellas para tomar un café antes de volver.Sólo aparecieron dos de ellas, y me enfrenté al dilema de ir a buscar a las que faltaban y arriesgarme a que las que habían aparecido se marcharan, o sentirme avergonzada por volver con la mitad de mis pupilas desaparecidas, lo que desencadenó una búsqueda a toda prisa. Afortunadamente, las ausentes aparecieron y no me expulsaron de la residencia por descuido.

Tener dificultades para recordar el nombre de alguien que acabas de conocer o tener una palabra en la punta de la lengua que luego te viene a la mente no suele ser preocupante, según dicen, pero si la pérdida de memoria empieza a afectar al funcionamiento diario -por ejemplo, faltar a las citas u olvidarse de tomar la medicación- es posible que se recomiende una evaluación más exhaustiva.

La verdad es que estoy deseando perder la memoria para siempre. Entonces ya no importará si no recuerdo adónde iba o si salgo con zapatos raros, siempre y cuando me queden bien.


Author

Marilyn writes regularly for The Portugal News, and has lived in the Algarve for some years. A dog-lover, she has lived in Ireland, UK, Bermuda and the Isle of Man. 

Marilyn Sheridan