¿Deberían reservar un asiento extra en clase turista para que el caballo tenga más espacio para las piernas? Imagínese tener un caballo como compañero de asiento. ¿O lo meten en un transportín y lo ponen en la bodega con el equipaje?

Paula y Michael Jones, de 61 y 72 años, visitaron Portugal una sola vez antes de decidirse a dar el salto a la vida de expatriados. Fue durante ese viaje de exploración cuando Paula, amante de los caballos de toda la vida, se topó con un centro de equitación en Tavira y supo que habían aterrizado en el lugar perfecto.

Michael, originario de Texas, recuerda una foto de su infancia sentado sobre una vaca, y quizá su padre, jinete de rodeo, esperaba que su hijo siguiera sus pasos. Los animales eran una parte importante de la vida tejana, así que cuando se enamoró de una entusiasta de los caballos, supo que había encontrado una pareja estable.

Paula, originaria de Inglaterra, emigró a EE.UU. de joven y convirtió su pasión por los caballos en una profesión, enseñando a montar a la gente.

"Empecé a montar cuando sólo tenía ocho años y quería tomar clases, pero era un gran gasto que mis padres no podían permitirse. Hice trabajos esporádicos para ahorrar lo suficiente para la siguiente clase", cuenta Paula. "Me encanta todo lo relacionado con los caballos".

El primer amor de Michael fue la música, pero en su lugar optó por una carrera en informática para estar más cerca de casa y formar una familia. Más adelante, cuando conoció a Paula, ambos crearon Grace Riding Stables en Georgetown, Texas. "No nos limitábamos a enseñar a la gente a montar, sino que les enseñábamos a actuar con los caballos para que estuvieran seguros, a guarnecerlos y a acicalarlos", explica Paula. "También ofrecíamos pupilaje para los caballos de otras personas", añade Michael.

Retirada a Portugal

Cuando los Jones estuvieron listos para retirarse a Portugal, cerraron Grace Stables y vendieron todo excepto uno de los caballos, su favorito, un Lipperzan castrado de 15 años llamado Topaz. A continuación, buscaron la empresa de transporte de caballos ideal que pudiera trasladar con seguridad su preciada carga a través del océano.

"El avión tenía capacidad para seis caballos, cada uno en su propio establo, con heno y agua a bordo. Se vigilaba continuamente a los caballos para determinar si sufrían estrés y, si era necesario, se les sedaba para atenuar sus temores", explica Paula.


Las cámaras de a bordo proporcionaron vídeos, una garantía para Michael y Paula de que Topaz estaba segura y se encontraba bien durante todo el viaje. Antes de partir, Topacio tuvo que llevar un microchip e incluso obtener un pasaporte.

"Ha visto más Europa que nosotros", admite Michael. Topacio y sus compañeros de cabina se detuvieron en varios lugares de Europa a lo largo de los siete días de viaje antes de aterrizar sano y salvo en Portugal.

"Me alegré mucho de reunirme con él", dice Paula con una sonrisa. "Y me di cuenta de que a él también le hacía ilusión volver a verme".

¿Cuánto cuesta transportar a un caballo de Texas a Portugal? "Algunas empresas pedían hasta 25.000 dólares", dice Paula. "La compañía que elegimos nos cobró 17.000 dólares, que era mucho dinero, pero estuvo bien cuidado todo el tiempo".

Paula y Michael encontraron un apartamento de alquiler en Pegada, una zona a las afueras de Tavira, en la región portuguesa del Algarve. "Un día íbamos conduciendo por la carretera N125 cuando divisé el océano a un lado y las montañas al otro. Era tan bonito que supe que quería vivir aquí", cuenta Paula con una sonrisa.

Aunque Tavira es una ciudad que se puede recorrer a pie, la pareja compró un coche para que Paula pudiera ir al centro ecuestre a pasar tiempo con Topaz. Esto añade unos 750 euros a su presupuesto mensual, un pequeño precio a pagar por alojar, alimentar, adiestrar y cuidar a su adorada compañera.

Enviar cualquier cosa

"Además de nuestro caballo, enviamos algunas de nuestras pertenencias, como mis guitarras", dice Michael. "Puedes enviar a Portugal cualquier cosa sin la que no puedas vivir".

Ambos han sido entrenadores personales y culturistas de competición, por lo que hacen ejercicio regularmente con un entrenador personal en un gimnasio cercano. Cuando no están haciendo ejercicio o montando a Topaz, a Paula le encanta jugar al netball, un deporte femenino similar al baloncesto que se originó en el Reino Unido. A Michael le sigue gustando coger una de sus guitarras y tocar algunas melodías para pasar el rato.

La frase A Vida Plena en portugués significa una vida plena, y eso es exactamente lo que los Jones han encontrado en sus nuevas vidas en Portugal. Una sala de lectura cristiana del mismo nombre es el lugar al que acuden para reunirse con amigos especiales en torno a la oración, el estudio de la Biblia y las vibraciones positivas.

¿Qué les gusta de vivir en Portugal? "Nos encanta la calidad de vida, el ritmo más lento y los increíbles amigos que hemos hecho", explica Paula.


Author

Terry Coles has been writing about living and travelling abroad since she left the US in 2011. She and her husband have lived in Panama and now reside in Portugal. 

Terry Coles