Después de que Iúri Leitão diera la primera medalla de la historia al ciclismo en pista nacional, crecieron las expectativas de que Portugal lograra un buen resultado, pero el inicio de la carrera apagó los ánimos, hasta que en las últimas 40 vueltas los portugueses "dinamitaron" la carrera y se lanzaron a por una increíble victoria.

Al entrar en los cinco sprints finales, que se disputaban cada 10 vueltas, los portugueses sólo tenían ocho puntos, pero sumaron dos más en el 16º puesto, antes de dominar por completo los cuatro finales, que les dieron 25 puntos, a los que añadieron 20 por adelantar al pelotón.

Italia, con Elia Viviani y Simone Consonni, y Dinamarca, campeona olímpica en Tokio 2020, con Niklas Larsen y Michael Morkov, consiguieron sumar los 20 puntos necesarios para doblar al pelotón y parecían estar en una lucha a dos por el oro.

El primer objetivo, según los dos portugueses, era asegurarse el diploma olímpico, reservado a los ocho primeros, una meta que se vio amenazada en un momento dado, al quedar Portugal fuera de los 10 primeros.

Sin embargo, a todo gas, como admitió Iúri Leitão, el dúo portugués ganó los cinco últimos sprints, "dobló" al pelotón y se colocó en cabeza, con dos puntos de ventaja, a falta de 10 vueltas.

Con los tres equipos que acabarían en el podio definidos, el sprint final, que daba 10 puntos al vencedor, podría haber sido decisivo para otorgar el título olímpico, pero Iúri Leitão no puso las cosas fáciles y dio a Portugal una medalla de oro histórica.

Tras la carrera, los dos permanecieron abrazados durante varios minutos, llorando en el suelo del velódromo de Saint-Quentin-en-Yvelines, antes de ser felicitados por el Primer Ministro Luís Montenegro, que celebró el triunfo en la zona técnica de la pista, sosteniendo la bandera nacional.