Es una razón más para valorar la sabiduría que nos transmitieron los griegos clásicos, que reconocieron la miel como alimento medicinal hace más de 2.000 años.
Dos géneros de microorganismos, Bifidobacterium y Lactobacillus, están presentes en productos lácteos fermentados como el yogur y forman una de las partes fundamentales de un microbioma intestinal sano. Se ha descubierto que ambos tipos mejoran la función intestinal en todas las etapas de la digestión, desde la descomposición hasta la absorción y la defecación.