La lectura del STI se produce tras una noticia publicada recientemente por Público sobre la obligación legal de quienes reciben propinas (empresarios, como restaurantes, y sus empleados, por ejemplo) de tener que declararlas para que esas cantidades puedan tributar.
Dada la falta de recursos y la dificultad para hacer operativa la inspección de las propinas, el presidente del STI considera que las obligaciones legales sobre este tipo de gratificaciones acaban siendo "inútiles".
Según el Código del IRS, "las gratificaciones recibidas por la prestación o con motivo de la prestación de trabajo, cuando no sean concedidas por el empleador o por entidad con la que mantenga relaciones de grupo, control o simple participación, independientemente de su localización geográfica, tributan autónomamente al tipo del 10%".
"No tenemos forma de controlar estas situaciones", afirma Gonçalo Rodrigues a Lusa, afirmando que el trabajo podría facilitarse si, por ejemplo, se pudiera recurrir a un mecanismo como el del 'agente encubierto'.
Así, el dirigente sindical señala que aunque el inspector compruebe en persona una de estas situaciones de evasión fiscal, la "propia Autoridad Tributaria y Aduanera [AT] no le da autoridad para actuar", emitiendo un informe como ocurre, por ejemplo, cuando un agente de la autoridad ve a un automovilista saltarse un semáforo en rojo o hablar por el móvil mientras conduce.
En un comunicado, el STI afirma que, aunque el valor declarado de las propinas va en aumento, "la realidad demuestra que es imposible saber cuánto dinero circula realmente en propinas", y esto no es más que "otro indicador que muestra el crecimiento de la economía paralela y la creciente evasión fiscal con la consiguiente injusticia social que este fenómeno genera".
Hablando de una "bola de nieve que no para de crecer", el presidente del CTI afirma que en materia de inspecciones se ha pasado de "80 a menos ocho", señalando la falta de recursos humanos, técnicos y organizativos.