La Región Demarcada del Duero está en época de vendimia y la UTAD, en Vila Real, también está en la época en la que se intensifica el trabajo de laboratorio, cuando los subproductos de la industria vitivinícola entran y ganan una nueva vida en los campos de la cosmética, la farmacia, en la alimentación e incluso en los combustibles.

Ana Barros, del Centro de Investigación y Tecnologías Agroambientales y Biológicas(CITAB), explica a Lusa que el objetivo es una economía circular en la industria vitivinícola con residuo cero.

Ella lleva casi una década estudiando el raspón, o mejor dicho, el esqueleto de la uva una vez retirados los granos, ya que representa el 25% de los residuos orgánicos de la industria vitivinícola y está poco estudiado y caracterizado en comparación con otros subproductos como la piel, las semillas, los posos y los orujos.

"De momento, tenemos listas las cremas", destacó, asegurando que una empresa ya ha mostrado interés en comercializar estos productos con propiedades "antiarrugas y antimanchas".

Mientras, en el campo de la farmacia, Ana Barros habla de "una membrana" que se está desarrollando y que también está "embebida con compuestos bioactivos extraídos del tallo y que está destinada al tratamiento de lesiones, en particular para el tratamiento del pie diabético".

Los recursos naturales los proporcionan los productores de vino del Duero y se tratan en la UTAD. Se lavan, se secan, se muelen y se almacenan en muestras, en un ambiente refrigerado, para ser utilizadas posteriormente en el desarrollo de productos.

Tras la eliminación de los compuestos bioactivos de los tallos, queda un residuo sólido. Según Ana Barros, éste puede "utilizarse para el desarrollo de briquetas y pellets para combustible".

En el estudio, agregó, hay otros usos, como el desarrollo de ácido hialurónico y bioetanol.

La UTAD también estudia la exploración de otros subproductos del vino, como los posos, el orujo y la leña de poda.

La investigadora dijo que estas pruebas hechas con leña de poda apuntan a "resultados interesantes en cuanto a la actividad antibacteriana".

En un reto lanzado por Ana Barros en una clase, un grupo de estudiantes elaboró pan de centeno y galletas con heces de vid. La empresa derivada, Wine Lees, está en fase de desarrollo.

Los productos se dieron a probar y la respuesta fue positiva, según reveló Estevan Carballo, panadero brasileño que cursa Enología en la UTAD. Más allá de su potencial como alimento, Estevan también destacó las propiedades nutricionales de los posos y las características "antioxidantes y antienvejecimiento" que permanecían incluso después de la cocción de los productos.

Teresa Pinto, del CITAB, y Alice Vilela, del Centro de Química de la UTAD, están creando infusiones a base de uva y de su piel, semillas y escobajo, subproductos que parecen tener propiedades nutricionales y medicinales.

La investigación está utilizando las razas de vid 'moscatel galego' y 'touriga nacional', que se congelan en la época de la vendimia para ser analizadas, preparadas, separadas posteriormente, siendo la infusión llevada al final a un panel de catadores de la UTAD.

Teresa Pinto explicó que, por el momento, están trabajando en la cobertura del producto "para mejorar la vida útil".

La investigadora destacó que la uva representa "una de las mayores producciones del mundo", ya que la "industria vitivinícola genera millones [de euros] en todo el mundo", pero "también genera muchos residuos".

Los estudiantes Gustavo Almeida y Evellin Machado, por su parte, utilizan vino "avinagrado" para crear un compuesto que "armoniza el vino del Duero con la pimienta".

Con el proyecto "Pimienta de viña", los estudiantes descubrieron "una forma en que el defecto del vino puede ser ventajoso en otro producto", que quieren introducir en el mercado.